Qué hacer en Belém
La Torre de Belém, situada en la querida ciudad de Lisboa, es un símbolo de la era de los descubrimientos de Portugal. La torre se construyó en la orilla norte del río Tajo para proteger la ciudad. Sigue siendo un poderoso recordatorio del glorioso pasado de la nación marinera. Desde su impresionante silueta frente al río hasta las historias que se esconden tras su construcción, esta obra maestra de la arquitectura ha sido uno de los símbolos más característicos de Portugal durante siglos.
Más tarde, la torre se convirtió en faro y aduana. Hoy en día, la Torre de Belém es una atracción turística muy popular en Portugal. La UNESCO la declaró Patrimonio de la Humanidad, incluyéndola en sus listas y protegiéndola a finales de la década de 1980. Siga leyendo y descubra si la entrada a la Torre de Belém merece la pena.
Para empezar, ¡mírela! Esta increíble torre de seis pisos es una obra de arte arquitectónica. Su intrincado diseño la convierte en un impresionante objeto fotográfico que sin duda engrosará tu feed de Instagram. Pero más allá de su belleza se esconde una larga historia de poder y protección: la torre se utilizó en su día para proteger la ciudad de ataques navales. Hoy en día, puede explorar sus numerosos niveles y conocer su pasado como parte del rico patrimonio cultural de Portugal. Y de paso, no deje de visitar también el Monasterio de los Jerónimos.
Entrada Torre de Belém y Monasterio de Jerónimos
La forma más rápida y cómoda de llegar es tomar el tren que sale de la estación de Cais do Sodré hacia Cascais cada 20 minutos, con parada en Belém sólo 7 minutos después. Tenga en cuenta, sin embargo, que éste es el tren que va a las playas, por lo que en cualquier momento entre abril y octubre es posible que tenga que esperar bastante tiempo en las taquillas y máquinas expendedoras de billetes. Puede saltarse las colas y ahorrar tiempo y dinero adquiriendo la Lisboa Card, que ofrece viajes ilimitados y gratuitos en trenes, tranvías, funiculares, metro y autobuses.
La mayoría de la gente, sin embargo, sigue yendo a Belém en tranvía (número 15), que sale de la Praça da Figueira y pasa por la Praça do Comércio. Es un tranvía grande y moderno que hace varias paradas a lo largo del río y llega a Belém en una media hora. También está abarrotado, por lo que es posible que tenga que ir de pie durante todo el trayecto. En este tranvía, los billetes no se compran al conductor, sino en máquinas que sólo aceptan monedas. Si tiene la tarjeta Lisboa Card, puede escanearla y viajar gratis.
Cómo llegar a la torre de belém desde lisboa
Ninguna visita a Lisboa, la capital de Portugal, estaría completa sin una visita a la Torre de Belém: no sólo es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, sino que también ofrece algunas de las mejores vistas de Belém y del Tajo.
Construida en estilo manuelino (el estilo arquitectónico defendido por el rey Manuel I), la Torre de Belém tiene planta hexagonal, diseñada para representar la forma de la proa de un barco que se adentra en el agua.
Cuando haya terminado de contemplar el panorama desde la Batería Baja, suba por la estrecha escalera de caracol hasta el primer piso. Se encontrará en la cámara del gobernador, el despacho del gobernador de Belém.
Los bartizanes ofrecen más vistas fantásticas (sorpresa) y también la oportunidad de echar un vistazo a más obras que adornan el exterior de la torre, incluida una cabeza de rinoceronte de piedra construida para conmemorar un rinoceronte enviado al rey Manuel desde la India.
Se supone que hay un sistema unidireccional para evitar que la gente suba y baje al mismo tiempo, pero hay gente a la que no le gusta seguir las normas.
Entradas Monasterio de los Jerónimos
Desde 1983, la torre es Patrimonio Mundial de la UNESCO, junto con el Monasterio de los Jerónimos. A menudo se la presenta como símbolo de la Era de los Descubrimientos[2] y como metonimia de Portugal o Lisboa, dada su condición de monumento emblemático. Se ha afirmado erróneamente que la torre se construyó en medio del Tajo y que ahora se asienta cerca de la orilla porque el río fue desviado tras el terremoto de Lisboa de 1755. En realidad, la torre se construyó en una pequeña isla del río Tajo, cerca de la orilla de Lisboa[4][6].
La presencia de este elemento militar era también una celebración del viaje de ida y vuelta de los portugueses a la India y una forma de recibir a las flotas que llegaban a la desembocadura del Tajo, glorificando la hazaña, como si fuera un mimetismo de lo que los que llegaban podían identificar con lo que habían visto en Oriente. El mejor ejemplo es el rinoceronte tallado, fruto de la oferta de un gobernante indio que se lo ofreció al rey Dom Manuel. Este rinoceronte sería el mismo que Alberto Durero inmortalizaría en sus dibujos.
